jueves, 22 de mayo de 2014

¿Estamos matando la aventura?

Vivimos en la época de la información, internet ha puesto a nuestra disposición una infinidad de herramientas que también son aplicables a la montaña. Desde páginas con precisos modelos meteorológicos hasta infinidad de blogs y foros donde poder consultar reseñas de cualquier actividad.

Desde casa podemos saber a priori el tiempo que va a hacer, el estado de la nieve en los días anteriores y el supuesto riesgo de aludes. Al mismo tiempo podemos ver infinidad de fotos de cualquier vía y descubrir detalles de lo más precisos. Sin levantarnos de la silla sabremos si un largo tiene “x” parabolts, que paso es el más expuesto, que tal fisura se protege bien con un alien gris, que la segunda reunión es mucho más cómoda que la primera y que la salida puede empalmarse en dos largos.

Leemos, buscamos, releemos y volvemos a buscar otra reseña, comparamos, releemos y volvemos a comparar. Y es entonces cuando decidimos que actividad queremos realizar.


Casi siempre, sin levantarnos de la silla ya somos conscientes de si la actividad esta a nuestra altura o nos queda grande. Algunas veces te arriesgas con algo un poco por encima de tu grado, pero la gran mayoría nos regodeamos en nuestro confort. Y así semana tras semana realizamos actividades exitosas. Incluso a veces osamos quejarnos. “Pues la méteo no ha sido tan buena como decían…”. “Pues a mi ese paso me parece mucho más de 6a+, ya les vale…”. “Joder, menos mal que se protegía bien con tres friends solo….”.

Y de esta forma nos indignamos cuando llegamos a la Besurta y la nieve nos impide llegar en coche hasta la cabaña de pescadores.

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Nos “jode” tener que comernos toda la pista forestal cargados como burros.

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Nos mosquea ver que el tiempo no parece tan bueno como decían.

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Pero respiramos tranquilos cuando vemos que la cosa mejora. A sí que nos vamos tranquilamente a dormir.


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Aunque solo fuese un espejismo, y desde las 10 de la noche un aire huracanado nos haga plantearnos la posibilidad de aparecer nosotros, junto con la tienda al fondo del valle de Vallibierna. En definitiva una ventisca del copón que durará toda la noche y mañana del día siguiente imposibilitando cualquier intento de ascensión.

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Pero no puede ser…, si el tiempo lo daban bueno. ¿Qué cachondeo es este? ¡Que nos devuelvan el dinero! ¡ Nosotros queríamos nuestra aventura plácida  y tranquila que habíamos planeado desde casa!. ¿Dónde está la hoja de reclamaciones?.

¿Cómo cojones se nos han congelado las botas y la mochila?.  Menuda mierda de puente, si ya habíamos hecho todo lo duro, queremos nuestra actividad. En serio… y el que hace la previsión se considera meteorólogo…. Si lo se nos quedamos en Valencia y nos ahorramos el viaje.

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PARA NADA SEÑORES… que todo esto solo era una hipérbole para demostrar lo idiotas que podemos llegar a ser a veces. Y la frustración que podemos sentir, si trasladamos el frenético ritmo y necesidad de productividad que nos impone la sociedad a las actividades de montaña.

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 A veces viene bien una cura de humildad que nos haga comprender que la montaña es “imprevisible”. Que no hay que infravalorar actividades porque sean “fáciles”. Que la aproximación es un factor a tener muy en cuenta si no se está en forma. Que aquí hemos venido a pasar unos días en el monte, a desconectar, a desfondarnos físicamente y que importa una mierda si haces cima o no. Que para nada no poder hacer la actividad es un fracaso de finde y que es igual o más productivo.
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Que tiene su gracia pasar una noche de perros pensando que de un momento a otro se vuela la tienda. Que cagar en plena ventisca sirve para apreciar el cálido retrete del hogar. Aprendes… que dejar las botas en el avance si no te has preocupado de que no entre nieve es equivalente a meter luego el pie en un arcón frigorífico.

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En definitiva comprobar que por mucho que planifiquemos desde casa siempre hay un margen para la aventura, aunque nos estemos empeñando en minimizarla. Con esto no digo que no haya que consultarse reseñas, meteo ect… pero creo que a veces nos pasamos de tiquismiquis y dejamos de intentar actividades si la cosa no está muy clara. Que es fácil dejarse llevar por esta corriente de productividad que nos impone la sociedad. Pero para eso estamos aquí… para recapacitar, mandarlo todo a la mierda y dejar mucho más a la improvisación. Al fin al cabo aventura es lo que buscamos ¿no?.

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